REMINISCENCIAS
Los sueños que añora mi presente.
El hábito de mi infancia dolorosa.
Silvana, quien conoce mis nostalgias,
la memoria que fluye hacia el pasado
y los viajes a Grecia,
a Italia, a Roma,
para saborear a Rafael y a Miguel Ángel.
El amor de sus manos,
su voz, las caricias
y Mozart y Liszt y Beethoven.
Ese hombre pequeñito
entre mis brazos;
sus manos en mis hombros;
mis ojos en sus labios
y el cielo, Dios y el horizonte.
ODA A TOULOUSE
Nos habían quitado el amor,
Toulouse.
Estábamos solos, perdidos, sin rumbo
y eran tan vacuos esos gestos
que perforaban caricias,
que entre ellos y nosotros
no existía más nada; todo estaba rancio.
¿En qué pliegues de esa falsa agonía
estaba el amor, al acecho
-ingenuo y puro-
a la espera de nuestro sacro encuentro?
Aquella noche
nada me estremecía,
mas tu sonrisa me vio
y los muros de tu pecho fueron de tierra
mojada.
Se acoplaron las flores,
se acoplaron conmigo, en mi soledad etérea
y avanzamos sin miedos,
entre días y meses, hasta el año
que celebro de tu mano, asombrada.
Líbrame del miedo junto
al roce de tu amor inagotable.
Y tú que nunca te equivocas,
tú, que en el rocío del otoño
presientes el porvenir con recio además seguro,
confía en esta paz que yo te brindo
y me trasciende,
en este cielo que palpas
y te invento
-desde el fondo de mi ser
sin exigencias- pues hasta en el sueño de mi sangre
sigues febrilmente palpitando.
ME RESERVO
Me reservo el final, la puñalada
Del esquivo amor que no se dio.
El desgaste que no tuvo un principio,
la esperanza masticada en el otoño
y el retorno a este eterno devenir.
Torva procesión de mi rutina,
privilegio y desmesura de mi ser.
EMPEZAR OTRA VEZ
Y éste es el instante
de cerrar bien las compuertas
desnudando laberintos
en busca de mi ser.
Empezar otra vez
y volver a empezar
en este gesto
total y despiadado
del que clama
un punto diferente
para volver a empezar
siempre.
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